En nuestra escuela infantil, El Tomillar, confiamos en el deseo natural de las niñas y niños por descubrir y comprender el mundo que les rodea. Por este motivo, creemos que nuestro papel como profesionales es acompañarlos en este proceso de descubrimiento desde una seguridad afectiva y generando ambientes ricos, que privilegien el juego y estimulen su creatividad.
La expresión artística es por excelencia una inspiración de la creatividad, aparte de ser altamente motivadora y facilitar la globalización. El arte abarca muchos lenguajes: el musical, el plástico, el corporal, el literario… Otorgamos gran peso a las actividades artísticas y entre ellas ocupa un lugar relevante EL TEATRO.
Desde los inicios de nuestro proyecto de centro, le hemos querido dar un papel protagonista. Durante nuestros más de 30 años de trayectoria, los viernes, de forma quincenal, se produce la magia. Todos y cada uno de los niños de la escuela, el equipo y demás profesionales de El Tomillar, acudimos con alegría y expectación a deleitarnos con una nueva representación.
Entendemos el teatro como arte. Pretendemos generar emociones a través de la música, la estética, canciones, danza, los argumentos y los personajes que aparecen en las obras.
Citando a Muriel Rukeyser, “el mundo no está hecho de átomos, sino de historias”. En nuestro centro representamos historias que conectan con los estados emocionales de nuestros niños, les hacen reír, les ayudan a superar sus miedos, a sentirse comprendidos, escuchados.
Los teatros son llevados a cabo, normalmente, por el equipo educativo, aunque, en ocasiones, son las familias las que nos regalan una actuación. En la Escuela tenemos una comisión encargada de supervisar el guion, la estética, la calidad en su música, el vestuario, la escenografía. Empleamos diversas técnicas teatrales, como luz negra, títeres, personajes o teatro de sombras, que sorprenden y cautivan a nuestros pequeños espectadores.
La clase de los más mayores es la encargada de realizar el cartel de la obra, así como de redactar las invitaciones y repartirlas por las aulas, anunciado así su inminente llegada. También las familias se contagian de este espíritu y se convierte en tema de conversación.
Llega el momento más esperado. En el escenario, las profesoras dejan de serlo por un tiempo para convertirse en lobo, Perigato, Grúfalo… o cualquier otro personaje fantástico, entre risas y algunos nervios. Es el momento del estreno.
Nuestros niños y niñas esperan ávidos a la Maestra de Ceremonias y es así como comienza el ritual del teatro. Cada viernes, como si del mismísimo Hamelín se tratara, los más pequeñines la siguen gateando, los bebés entre brazos amorosos y los mayores caminando hasta el teatro. Al llegar, se produce el silencio, entre alguna que otra exclamación de asombro como ¡Qué bonito! ¡Hala!
Cuando comienza la función, disfrutamos de la magia que provoca diferentes sensaciones y sentimientos pues, a veces, nos da un poco de miedo, otras soñamos viendo bailar a los personajes o nos partimos de risas cuando el lobo cae dentro del caldero. Después, los niños y niñas vuelven a sus aulas con el corazón feliz por la aventura que han vivido.
Entre la fantasía y la realidad a los mayores les gusta adivinar qué profe era tal o cual protagonista, cantan las canciones del teatro o juegan a ser los personajes con los que se han sentido más identificados. Ya en el aula, representan a través de sus dibujos cómo han vivido la obra y dichos trabajos son expuestos para el disfrute de todos.
Finalmente, los niños se van con el anhelo de que pronto vuelva a abrirse el TELÓN.
Reportaje publicado en el nº 392 de la Revista de Torre. Puede descargar el archivo pdf de la revista aquí