La oruga procesionaria es la plaga de insectos defoliadores más importante de los pinares de España.
La conocemos, sobre todo, por las orugas, que se desplazan en grupo de forma alineada, a modo de procesión.
Entre los meses de febrero y abril, las orugas (larvas) descienden de sus nidos en los árboles, formando esas características hileras, buscando un lugar bajo tierra para permanecer como crisálidas hasta el momento de emerger de nuevo, ya en verano, como polillas (fase adulta).
¿Qué peligros entraña?
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Para las plantas: Las orugas se alimentan de las hojas de pinos y cedros, provocando que dichas hojas se sequen y caigan. Como consecuencia, el árbol queda debilitado, lo que facilita el ataque de otras plagas.
El mayor daño se produce entre el final del invierno y hasta mediada la primavera, cuando las orugas son más grandes y voraces. -
Para los humanos y animales: Las orugas están cubiertas de miles de pelos urticantes que se desprenden y flotan en el aire, pudiendo provocar dermatitis; lesiones oculares; irritación en oídos, nariz o garganta; así como intensas reacciones alérgicas.
La reacción alérgica en las mascotas puede ser extremadamente grave ya que, cuando la sustancia urticante entra en contacto directo con la mucosa oral, la consecuencia más habitual es la inflamación de la zona afectada, puediendo incluso llegar a provocar la muerte por necrosis del aparato digestivo, si llegan a ingerirlas.
¿Cómo combatirla?
Existen diversos métodos según la fase de desarrollo en la que se encuentre el insecto. Por ejemplo:
- Endoterapia: a partir de septiembre.
- Eliminación de los bolsones de orugas: finales del invierno.
- Trampa collar para el tronco: finales del invierno/comienzo de la primavera.
- Insecticidas biológicos: entre octubre y noviembre, preferiblemente, aunque también en diciembre.
- Trampas de feromonas: en verano.
Reportaje publicado en el nº 393 de la Revista de Torre. Puede descargar el archivo pdf de la revista aquí