Aunque es desde hace poco tiempo vecina nuestra, Diana Cantalejo está encantada de haber adoptado Torrelodones como su residencia. Una explosión fortuita de gas, hace ya 18 años, cambió su vida radicalmente y desde entonces su silla de ruedas se ha convertido en algo más que imprescindible.
¿Por lo que me cuentas estás feliz de haber venido a vivir a Torrelodones?
Llevo viviendo en Torrelodones solo tres años y medio y, aunque es muy poco tiempo, la verdad es que estoy encantada con el pueblo. Antes de venir sí que lo conocía pues en alguna ocasión venía a tomar algo y siempre me resultó una localidad muy agradable. Por ello, al final, decidí venir aquí a vivir con mi pareja, y estoy encantada. En Torrelodones me siento muy tranquila y el ambiente es muy acogedor y tiene muy a mano la naturaleza para poder disfrutarla.
Yo nací en Madrid, aunque he vivido casi toda mi vida en Getafe que es una población muchísimo más grande. Torrelodones es un lugar más pequeño y mucho más agradable para vivir y me aporta mucha tranquilidad.
“En el Hospital de Toledo me dieron una segunda oportunidad. Ahora tengo mis manos y mi silla para poder moverme y hacer muchísimas cosas”
¿Qué te ocurrió para acabar en una silla de ruedas?
Fue como consecuencia de una explosión de gas. Había ido a ver a un amigo que recién había alquilado un piso y resultó que había un escape de gas y aunque salí corriendo para abrir las ventanas y airear la habitación, no me dio tiempo. Se produjo una explosión que me lanzó a la calle y, aunque solo era un primero, caí boca abajo. Como no perdí la consciencia al intentar levantarme y ver que no me era posible me di cuenta de lo que me había pasado.
¿Qué pasó después?
En un principio estuve hospitalizada en Getafe y luego en el Hospital Nacional de Parapléjicos donde, realmente, me dieron una segunda oportunidad. Allí aprendí a vivir de una nueva manera y a relacionarme con un mundo que es totalmente diferente, empecé una nueva vida. Ahora tengo mis manos para poder moverme y hacer muchísimas cosas. De hecho, creo que ahora hago muchas más de las que hacía cuando podía utilizar las piernas. Es curioso, pero es así.
¿Fue a partir de ese momento cuando empezaste a hacer deporte?
Siempre había hecho mucho deporte y, además de correr, llegué a ser cinturón marrón de kárate, pero a raíz del accidente lo empecé a practicar con más ganas y sin ningún problema. Durante un tiempo practiqué baloncesto, aunque no llegué a competir, y luego probé el tenis adaptado, que al final dejé porque me surgió la oportunidad entrar en el Equipo Paralímpico Español de Vela en la clase Skud 18.
Durante cuatro años estuve entrenando en Valencia en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) y participé en un buen número de competiciones tanto en España como fuera. Yo era la patrona, la que llevaba el timón, y mi compañero el trimaje, y aunque no participé en las Paralimpiadas, aunque me quedé cerca. Pero, aunque fue una experiencia muy buena, también es muy dura, la más dura que he practicado. Al ser un deporte de élite hay que darlo todo.
“Ahora hago muchas más cosas de las que hacía cuando podía utilizar las piernas”
¿Fue en ese momento cuándo aterrizaste en el balonmano?
Realmente fue por casualidad gracias a un compañero que me lo comentó y quise probar y, la verdad, es que estoy encantada porque es un deporte muy dinámico, con mucha fuerza. Yo juego como extremo y me muevo bastante bien y soy rápida. Mi trabajo, además de defender, es hacer huecos a mis compañeros y ayudarles en las jugadas para que puedan entrar y meter gol.
El problema es que no hay liga y, paradójicamente, sí hay una Selección Nacional con la que hemos empezado a competir. El año pasado estuvimos en un Mundial y en un Europeo en el que quedamos quintos lo que, para llevar solo un año jugando, es un puesto muy bueno. El próximo mes de junio competiremos en Lyon, donde habrá equipos de Francia, Bélgica, Holanda, Croacia…, y en el que esperamos conseguir medalla porque vamos a ir a por todas.
Una última pregunta, ¿qué tal es Torrelodones para moverse en una silla de ruedas?
Cuando me vine a vivir aquí, lógicamente, debía adaptar mi casa a mis necesidades. En cuanto a las calles para circular te he decir que en la que vivo la acera era muy estrecha y sin decir yo nada al Ayuntamiento, se dio cuenta de que vivía ahí e hicieron obras para ensancharla y hacer bien los rebajes para poder acceder, lo que es de agradecer.
Reportaje publicado en el nº 394 de la Revista de Torre. Puede descargar el archivo pdf de la revista aquí