El martes 19 de junio una comisión integrada por la Alcaldesa de Torrelodones, Elena Biurrun; la concejal de Cultura, Rosa Rivet; el concejal de Urbanismo, Santiago Fernández; representantes del PSOE y Ciudadanos y los miembros de la Real Academia de Ingeniería, realizó una visita a la presa de El Gasco y al Canal del Guadarrama.
Terminada la visita los miembros de la Real Academia de Ingeniería realizaron en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de nuestra localidad una sesión plenaria, hecho que para Torrelodones ha constituido todo un honor.
El objetivo de la visita a ambas construcciones era conocer el estado de conservación de esta construcción del siglo XVIII y su visita coincide con el inicio de los trámites iniciados por los ayuntamientos de Galapagar, Las Rozas y Torrelodones –en cuyos términos municipales se encuentra situada- para lograr que sea declarada Bien de Interés Cultural (BIC), primer paso para garantizar su conservación.
Acción conjunta
Hace seis años los plenos de los ayuntamientos de Galapagar, Las Rozas y Torrelodones aprobaron diversas iniciativas para que ambas construcciones fueran calificadas como Bienes de Interés Cultural.
En junio del año pasado las tres administraciones subscribieron un convenio para la realización de los estudios previos pertinentes para poder localizar, identificar y catalogar los distintos elementos del conjunto, de cara a que los responsables del Gobierno regional puedan disponer de toda la información necesaria para evaluar si el entorno presenta las condiciones patrimoniales, naturales e históricas que le acrediten como BIC.
La presa de El Gasco
Las obras comenzaron en 1787, encargadas al ingeniero francés Carlos Lemaur con el objetivo de hacer navegable el río Manzanares y conectarlo, mediante una red de 771 kilómetros de canales -a través de las cuencas del Guadarrama, Manzanares, Tajo y Guadalquivir- con el Guadalquivir. Las obras se abandonaron doce años después como consecuencia de las enormes dificultades técnicas y la falta de financiación.
Al día de hoy todavía se pueden contemplar en sus alrededores restos del trabajo humano como, por ejemplo, montones de cal de la utilizada para la mampostería, sillares sueltos, restos de edificaciones, sendas por las que se transportaba el granito, vestigios de los 25 kilómetros de canales que se llegaron a construir y la propia presa de El Gasco concebida entonces como la más alta de Europa, con una altura prevista de 93 metros.