Si en el año 1800 la población mundial total no superaba los mil millones, 978.000.000, en el presente año se calcula que los habitantes que pueblan el planeta Tierra superan los 7.400.000.000. De ellos el 54% viven en ciudades y si bien estas ocupan únicamente el 3% de la superficie terrestre sus moradores consumen dos tercios del total de la energía y emiten el 80% del CO2.
Hasta mediados de los años cincuenta las ciudades había crecido, desde un núcleo central, de forma radial apoyándose en las vías de comunicación a la vez que mantenían densidades razonablemente altas.
Sin embargo la popularización de coche como medio de comunicación permitió que se fuese implantando otro modelo de ciudad. Aprovechando también las vías de comunicación, elemento articulador fundamental, se fueron creando nuevas zonas urbanizadas a cierta distancia de la ciudad. Al ser estos terrenos mucho más baratos ello permitió el desarrollo de una urbanización horizontal que trajo consigo una menor densidad de población y la existencia de amplios espacios verdes en lo que, con el tiempo, además de amplios parques fueron creándose áreas comerciales, empresariales e incluso viviendas protegidas. Este modelo es fácilmente apreciable no solo en los alrededores de las grandes ciudades europeas sino también en España, como por ejemplo a lo largo de la carretera de La Coruña en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla,…
El ejemplo y antecedente más claro de este modelo urbanístico fue el llevado a cabo en Londres desde 1943 por el urbanista Patrick Abercrombie a fin de dar respuesta a una ciudad destruida durante la II Guerra Mundial como consecuencia de las bombas alemanas. A grandes rasgos su modelo tuvo como objetivo la descongestión demográfica del centro mediante la eliminación de los suburbios y el traslado de sus habitantes a las nuevas ciudades creadas a tal efecto en los alrededores de Londres a la vez que creaba un inmenso cinturón verde protegido en torno a la ciudad. De hecho, más de un tercio de Londres está clasificado como espacio verde, excluyendo los jardines privados.
La generalización de este modelo urbanístico ha supuesto la aparición de nuevos problemas pues el funcionamiento de estas grandes ciudades exige a su vez grandes consumos de energía y suelo, aumento de la contaminación y altos costes de transporte que suponen para sus habitantes largos desplazamientos.
Pero en el caso de Londres este modelo, su crecimiento horizontal, no solo supuso que se disparasen los precios del suelo, de las viviendas y de los alquileres sino, también, la interrupción de su crecimiento durante las siguientes cuatro décadas lo que dio lugar a uno de los centros urbanos menos densos del mundo, 5.900 h/km2.
Sin embargo, cuando en los años noventa el boom de la City convirtió a Londres en capital financiera, su población volvió a crecer de forma y manera que en enero de 2015 logró superar el pico de población que alcanzó en 1939. No así los barrios de su centro, los cuales siguen muy por debajo de sus picos de población, al contrario que los de la periferia. En 1851 la City poseía 128.000 habitantes, en 2014 so superó los 9.000, pero trabajan en ella 320.000 personas.
Por el contrario, la periferia es la que concentra el grueso de la población. Pero mientras que la gente vive más fuera, el trabajo sigue estando en el centro. Un millón de personas, el mayor desplazamiento laboral de Europa, viajan a diario de la periferia al centro. La red de metro, soporta ya 1.260 millones de desplazamientos al año, un 20% más que hace cuatro. Es decir, la presión es radial. Se calcula que dentro de 20 años la demanda de transporte público habrá subido un 50% y que en las tres próximas décadas la capital británica deberá invertir 652.000 millones de euros para mantener su posición como una de las principales ciudades del mundo. El plan incluye seis nuevos puentes y túneles en el río, otro aeropuerto, 200 kilómetros de carriles bici y el Crossrail, el mayor proyecto de infraestructura de Europa. Igualmente, se prevé que se deberán construir 50.000 nuevas casas anualmente.
Pero para aportar soluciones a los problemas que plantean las metrópolis ya no se recurre únicamente a la creación de nuevas infraestructuras sino también a las nuevas tecnologías. Estas, en su propuesta de reconstruir la ciudad del futuro en torno a su visión de eficiencia, poseen un enorme potencial. Con ellas, y mediante la creación de las llamadas ciudades inteligentes, se está produciendo un gran cambio.
Sensores que encienden y apagan las luces de un edificio al paso de las personas de forma automática; que controlan cada cuánto se llena un contenedor de basura para que el camión pase a recogerla solo cuando sea necesario o que localizan plazas de aparcamiento libres. Pueden también optimizar la climatización de los edificios, mejorar la gestión del tráfico e incluso incrementar la relación entre los ciudadanos. En definitiva, aportan soluciones en materia de eficiencia energética, movilidad sostenible y que se están poniendo en marcha en las principales ciudades del mundo. En unos casos mejorando la eficiencia de los servicios que se prestan y aplicando las tecnologías de la información en las ciudades ya existentes, en otros, creando nuevas ciudades desde cero.
Estocolmo, por ejemplo, es pionera por las políticas medioambientales que lleva a cabo. En energía, por ejemplo, recupera el 75% de los residuos de los hogares para alimentar un sistema de calefacción urbano. También cuenta con la ventaja de un centro urbano relativamente compacto y un buen servicio de transporte público.
En el caso de España destaca Vitoria, ciudad que obtuvo el reconocimiento de capital verde europea en 2012 gracias, entre otros, a un sistema de riego que tiene en cuenta si ha llovido y detecta rápidamente las averías para evitar pérdidas de agua; o una aplicación que recoge comentarios y sugerencias geolocalizadas de sus habitantes y posibilita, según sus promotores, una mayor respuesta del Ayuntamiento.
En Madrid, entre otras cosas, se ha desplegado un sistema que permite a los ciudadanos comunicar de forma inmediata problemas en las vías, como árboles caídos, pavimento deteriorado y un columpio roto en un parque.
De entre las nuevas ciudades, surgidas de la nada, y que todavía se encuentran en fase de construcción están Songdo y Masda, y en ellas se están aplicando las nuevas tecnologías para conseguir importante ahorros de energía, transportes rápidos y no contaminantes, reciclado de prácticamente el 100% de los residuos, aplicación masiva de energías renovables,…
Songdo, a 40 kilómetros de Seúl, es considerada como una de las capitales de alta tecnología del mundo. Es una ciudad completamente nueva, inteligente, que estará terminada en 2018 y en la que todo funciona sobre la base de la tecnología: sensores para controlar la temperatura, el uso de energía y el tráfico, cámaras, eficiencia energética...
El sistema de eliminación de residuos es impresionante. No hay camiones de basura por las calles o grandes contenedores repartidos por los edificios. En cambio, todos los residuos domésticos son aspirados directamente de las cocinas individuales a través de una vasta red de túneles hasta llegar a un centro de procesamiento, donde la basura se clasifica, se desodoriza y se trata de la forma más respetuosa posible con el medio ambiente. Todo de manera automática.
Otra ciudad del futuro es Masda, una ciudad 100% ecológica diseñada y ubicada en el Emirato de Abu Dabi. En la ciudad no habrá coches y aspira a ser autosuficiente con energías renovables. . Para generar la energía que necesita la ciudad, las paredes de los edificios de Masdar estarán recubiertas con paneles fotovoltaicos capaces de generar 130 megavatios. Una planta de desalinización que funcionará con energía solar abastecerá de agua a la ciudad. De esta manera se calcula que necesitará una cuarta parte de la energía que consume una comunidad con un tamaño similar, y consumirá un 60% menos de agua.
Los sistemas de transporte interno de Masdar están diseñados para mantener el microclima de la ciudad. La mayoría de las calles solo tendrán 3 metros de ancho y 70 metros de largo, y desembocarán en plazas con columnatas y fuentes. Los desplazamientos dentro de la ciudad se efectuarán por uno de los tres niveles de que consta. En un primer nivel habrá un tren ligero que conectará con corredores de transporte externos; un segundo nivel estará reservado para los peatones; y un tercero para cabinas de transporte rápido personalizado.