El año pasado, en agosto, se detectó el primer caso autóctono en España de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo transmitida por la picadura de una garrapata. Se trataba de un paciente de Vallecas que falleció y que contagió a una enfermera que le atendía.
Si bien su riesgo sigue siendo bajo, a raíz de su muerte, el Ministerio de Sanidad inició un estudio para identificar la presencia del virus Crimea-Congo en España y, según los datos obtenidos se han detectado cientos de garrapatas infectadas en Madrid, Castilla y León, Extremadura y Castilla-La Mancha.
Si bien el riesgo de contagio a humanos sigue siendo bajo, este estudio ha revelado que la extensión del virus es más amplia de lo que se esperaba.
La fiebre hemorrágica Crimea-Congo debe su nombre a que el primer brote de describió en Crimea en 1944 y el virus se identificó en el Congo en 1953. El virus se adquiere por la picadura de una garrapata infectada por el virus y se trata de una enfermedad endémica en Europa oriental, África, Asia y Oriente Medio (Turquía e Irán a la cabeza) y con una alta mortalidad en humanos.
Es una enfermedad propia de mamíferos herbívoros salvajes (desde conejos a ciervos) o domésticos para los que resulta banal. Las aves no suelen afectarse, con la excepción del avestruz.
Al morder a un animal enfermo, la garrapata ingiere el virus con su sangre, quedando infectada. Entre las garrapatas el virus se disemina ampliamente por que se transmite por vía sexual (de machos a hembras) y las hembras infectan por vía transovárica a todas sus crías.
A día de hoy, la probabilidad de infección en humanos en España es baja, pero no puede descartarse la aparición esporádica de nuevos casos.
A largo plazo las condiciones para la proliferación de las garrapatas son óptimas: hay grandes poblaciones de liebres en los que se alimentan las formas inmaduras de garrapatas, los inviernos son cada vez más suaves y con el abandono de zonas rurales crecen hierbas bajas que ofrecen buenas oportunidades de diseminación. Es de esperar que en años venideros, la extensión del virus sea cada vez mayor.
Reducir los riesgos de infección
Actualmente no hay ninguna vacuna segura y eficaz ampliamente disponible para uso humano. A falta de vacuna, la única manera de reducir la infección humana es la sensibilización sobre los factores de riesgo y la educación de la población acerca de las medidas que pueden adoptarse para reducir la exposición al virus.
Las recomendaciones para reducir el riesgo de transmisión de garrapatas al ser humano:
- Usar ropa protectora (manga larga, pantalones largos).
- Usar ropa de color claro para poder detectar fácilmente las garrapatas adheridas a ella.
- Usar acaricidas autorizados (productos químicos que matan las garrapatas) en la ropa.
- Aplicar repelentes autorizados en la piel y la ropa.
- Examinar regularmente la ropa y la piel en busca de garrapatas y, en caso de encontrar alguna, eliminarla de forma segura.
- Procurar eliminar o controlar las infestaciones por garrapatas en los animales y en los establos y graneros.
- Evitar las zonas en que abunden las garrapatas, y las estaciones en que están más activas.
Guía de actuación ante picadura de garrapata.