A todos nos ha pasado alguna vez: estamos delante de los tres o cuatro cubos de reciclaje que tenemos en la cocina mientras sujetamos con la mano un residuo de plástico que no es un envase. Contemplamos tres opciones: tirarlo donde te dice el sentido común, echarlo al que te resulte más cómodo justificando tu acción con ese argumento tan manido de “por una vez no pasa nada” o leer este artículo para no volver a dudar.
Si has optado por la tercera opción, ahí van algunos consejos clave:
1. El contenedor amarillo.
Es para los envases, es decir: latas, briks, botellas de plástico, yogures, tapones, etc ¡No es un comodín donde tirar todo aquello que no sabemos dónde va! Si tienes un juguete, un biberón o un utensilio de cocina, ¡NO LO TIRES AL CONTENEDOR AMARILLO!, llévalo al punto limpio o, si consideras que el juguete está en buenas condiciones, dónalo a una ONG.
Y es que, aunque te parezca incomprensible, los briks y las latas son perfectamente reciclables y pueden tener una segunda vida, mientras que el resto de plásticos y aluminios requieren de un tratamiento mucho más complicado.
2. El contenedor de vidrio.
Es exclusivamente para el vidrio. Si tiramos una botella con su tapón, su corcho o con la bolsa de plástico en la que fue ransportado, gran parte de nuestro esfuerzo de reciclaje habrá sido en balde, ya que las plantas de tratamiento tendrán que dedicar mucho tiempo y dinero para separar unos materiales de otros. Tampoco debemos tirar vasos, espejos, bombillas o cualquier otro tipo de cristal. Estos precisan un tratamiento distinto y mayores temperaturas para fundirlos. Su destino será, por tanto, el contenedor general o el punto limpio.
3. El contenedor de papel y cartón.
Este sin duda parece el más fácil; basta con tirar en él cajas, periódicos o revistas, pero en muchos casos tiramos las cajas con el protector de burbujas que había en su interior o con el sobre de plástico que contenía el albarán. Y es que, aunque es cierto que estos errores normalmente son más por pereza que por desconocimiento, hay un error muy común que cometemos prácticamente todos: LA CAJA DE PIZZA. ¿Pero no es de cartón? Claro que es de cartón, pero suele estar impregnada de grasa y este detalle la hace irrecuperable para las plantas de tratamiento.
4. El contenedor general.
En este caso el sentido común nos dice que es donde debemos tirar todo lo demás y, obviando cosas que dicta el sentido común como no tirar pilas, baterías de coche o cartuchos de tinta, lo cierto es que este sí ejerce la función de comodín y siempre es mejor tirar un residuo dudoso en este que en cualquiera de los otros tres.
5. ¿Y el resto?.
Para finalizar hagamos un breve repaso de los artículos más conflictivos:
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Vasos, bombillas y cristales en general al punto limpio.
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Tapones de plástico y chapas al contenedor amarillo.
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El corcho, si disponemos de un sistema de recogida de basura orgánica, ese es el lugar más adecuado para desecharlo ya que podrá convertirse en compost. Si no, aunque parezca increíble, hay que dejarlo en el contenedor amarillo.
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La caja de la pizza al contenedor general (solo deberá ir al azul la tapa limpia).
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Bastoncillos, cepillos de dientes y máquinas de afeitar al contenedor general.
Así que, ahora que eres un reciclador profesional, no vuelvas a poner excusas y la próxima vez que vayas a tirar la bolsa de envases al contenedor amarillo y, por un descuido, te impregnes las manos con ese líquido indefinido que tienen todas las bolsas de desechos, recuerda que lo estás haciendo por una buena causa y que tu esfuerzo, unido al de millones de personas, es lo único que puede salvar el planeta.
Y no olvides que reciclar es de sabios.