El Teatro Bulevar acogió el pase de la película “El ángel de Budapest”
“Si no tenemos memoria, podemos repetir la historia”
Con motivo de los actos conmemorativos del Día de la Memoria del Holocausto y Prevención de los Crímenes contra la Humanidad, el pasado 30 enero se proyectó en el Teatro Bulevar de Torrelodones El ángel de Budapest (2011) de Luis Oliveros.
La película narra la historia de cómo Ángel Sanz Briz, embajador de España en Hungría durante la Segunda Guerra Mundial, salvó a miles de judíos del Holocausto.
Previamente se celebró un coloquio en el que participaron Almudena Negro, alcaldesa de Torrelodones; Ángela Sanz Briz, hija del diplomático; Eva Leitman Boher, superviviente de la barbarie, e Israel Doncel, representante del Centro Sefarad Israel, que actuó de moderador.
Homenaje
“Es obligado que todas las instituciones rindan homenaje a los 6 millones de judíos asesinados en campos de exterminio por el mero hecho de ser judíos, porque si no tenemos memoria, si no recordamos, podemos repetir la historia”. Con estas palabras comenzó su intervención la alcaldesa en un evento en el que los asistentes pudieron descubrir de primera mano la fascinante historia de este diplomático español. Un hombre extraordinario que no miró hacia otro lado frente a la injusticia, la intolerancia y el antisemitismo. Un hombre que en “aquellos años, en esas oscuras páginas, probablemente las más oscuras de la historia de la humanidad, no se puso de perfil, sino que se puso de frente y tendió su mano”, comentó Israel Doncel. Esa persona fue un español, Ángel Sanz Briz, que salvó la vida de más de 5000 judíos durante La Shoá.
Eva Leitman Boher fue una de esas vidas. Nació el 19 de junio de 1944 en Budapest, en el seno de una familia judía. Una fecha en la que Hungría ya estaba invadida por los nazis alemanes y los integrantes del partido fascista húngaro de la Cruz Flechada andaban por las calles matando a los judíos. A su padre se lo llevaron justo el día de su nacimiento. Fue asesinado poco después. Ella, recién nacida, su madre y su abuelo lograron sobrevivir gracias a quien ella llama emocionada, y muy agradecida, “nuestro ángel de la guarda”. Un ángel que expedía pasaportes, documentos o cartas de protección. Y no solo a aquellos que tuvieran algún vínculo con España sino a todo aquel que se lo pidiera sin más. Lo hizo además asumiendo un alto riesgo personal y profesional; sin el respaldo del gobierno de Franco. “Él pidió ayuda varias veces cuando empezó a ver las atrocidades que se estaban cometiendo. Todo el mundo lo sabía. Es más, mandó a Madrid unos planos perfectos que le habían hecho llegar unos fugados de Auschwitz y un informe completísimo, pero nadie hizo nada”, relató su hija. Por eso, cuando en Budapest empezaron las deportaciones y los asesinatos en la calle, “actuó como le dictaba su conciencia y como le dictaban sus principios y su manera de pensar”. Su compromiso con las victimas fue tal que, cuando las autoridades húngaras dictaminaron que todos aquellos con salvoconductos o cartas de protección de embajadas extrajeras debían irse a ese país, alquiló varios edificios para alojar allí a sus protegidos. Ahí les procuró alimentos, medicinas, seguramente les proporcionó un confort mínimo y les rescataba en caso de que los nazis los sacaran de las casas para llevárselos a los temidos trenes con rumbo a los campos de exterminio. Así, con muchísimo esfuerzo, logró mantener a salvo a sus protegidos.
“Su obligación”
Contó su hija que apenas hablaba de ello; que nunca buscó la recompensa o el reconocimiento. Simplemente decía que “había cumplido con su obligación. Consideraba que era su deber”. Le bastaba con la satisfacción personal de haberlo hecho, “de haber salvado todas esas vidas”. Su historia se conoció públicamente años después. Los agradecimientos también llegaron mucho tiempo después. En 1961 Israel le nombró “Justo de las Naciones”, el título más importante que concede Israel a los no judíos que ayudaron en el Holocausto. No lo pudo aceptar porque al gobierno español no le pareció oportuno. Hubo que esperar hasta 1989 para recibir los merecidos honores oficiales. Pero como bien dijo la alcaldesa Almudena Negro, “siempre hay gente que sabe que en el fondo lo importante son los principios y plantar cara al mal. Esto no quiere decir que haya obligación de ser un héroe, simplemente lo son porque les nace de dentro”.
Siempre necesitaremos héroes como él. Quizás ahora más que nunca, en estos tiempos de guerras e incertidumbres. “Centrémonos en las cosas que nos unen más que en las que nos separan; y yo creo que nos une que todos reconocemos lo importante que es luchar contra el antisemitismo, lo importante que es un cese de la violencia, en cualquier caso y por cualquiera de las partes, y lo orgullosos que estamos de tener a alguien como Ángel Sainz Briz”, concluyó Israel Doncel.