Edificio protegido en el Catálogo de Bienes Inmuebles con grado Estructural.
Fué la segunda vivienda que Fernando Higueras proyectó en Torrelodones, después de la Casa de Lucio Muñoz, ubicada en las proximidades. En ambas construcciones se emplearon los mismos materiales y sistema constructivo para que formaran un conjunto uniforme integrado con el entorno.
Asimismo, las dos mantinenen el mismo esquema compositivo, pero la Casa Villaseñor presenta una distribución menos compleja y el estudio del artista, dotado de un amplio ventanal, forma un cuerpo separado e independiente de la vivienda principal, quedando unido a ésta por medio de un sistema de terrazas cubiertas abiertas al paisaje.
Autores: Fernando Higueras y Antonio Miró.
Ubicación: C/ Las Moreras, 18 (Urbanización Los Peñascales).
Catálogo de recursos locales para el desarrollo turístico. Ayuntamiento de Torrelodones.
Docomomo ibérico y Arquitectura y desarrollo urbano. Tomo VIII.
(1)
Entramos en este “tormentoso” siglo XIX con una crisis dinástica e institucional que sepultará el Antiguo Régimen y cuyas consecuencias se extenderán durante gran parte de la centuria.
La influencia del pensamiento revolucionario francés, la invasión napoleónica, la Guerra de Independencia, la disolución definitiva del régimen señorial, convertirán a los siervos en ciudadanos de un estado constitucional de corte liberal y en forma de monarquía parlamentaria. Además, surgirá la idea de “Nación Española” en la que recaerá la soberanía del pueblo.
Pasaron siete reyes y una república:
Siete Cartas Magnas:
Y solamente un Señor propietario del Real de Manzanares, Condado en el que se integraba Torrelodones:
cuyas posesiones, a su muerte y a falta de heredero, pasaron por herencia a la Casa de Osuna.
Para añadir más cambios, se llevó a cabo la reorganización territorial del Estado en 49 provincias (1833, Javier de Burgos) y Madrid, que hasta entonces había sufrido una irracional dispersión de su territorio, consigue tener por fin un territorio integrado.
Torrelodones, después de la caída del Antiguo Régimen, ya no tendrá que acudir a la Cancillería Ducal de Guadalajara, ni dependerá del Corregidor instalado en Colmenar Viejo para la mayoría de sus asuntos, ni tendrá que contar con el beneplácito del Duque cada año para renovar sus cargos, etc. Después de casi quinientos años, dejará de pertenecer a los Mendoza y a Guadalajara para pasar a integrarse en la provincia de Madrid y depender administrativa y políticamente de su Diputación.
Si hay algo que caracteriza el siglo XIX español, además de los traumáticos e importantes cambios en todo orden de cosas, es la violencia armada en episodios que se repiten de manera continua desde principio del siglo (1808, invasión napoleónica) hasta su fin (1898, pérdida de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam):
De todos estos episodios sangrientos nos ha quedado alguna huella documental relacionada con Torrelodones:
En el contexto de la “Guerra de Independencia”, por el coronel Don Juan Sañudo, sabemos que las tropas de uno y otro bando hicieron parada en nuestro pueblo después de una acción en Guadarrama y de vuelta de la derrota del ejército imperial de Napoleón en Arapiles el 22 de julio de 1812, pasan por aquí la unidad italiana de los dragones reales del regimiento números 2 y 7 y el regimiento número 5 de Infantería de Granada. Pisándoles los talones les persigue el regimiento número 1 de la caballería alemana de dragones pesados y el regimiento número 2l de la caballería ligera pertenecientes al ejército aliado británico-portugués.
En 1833, con la muerte rey “Felón” (Fernando VII), quien firmó en 1830 la Pragmática Sanción derogando la Ley Sálica, comienzan las terribles Guerras Carlistas, dejando a su pequeña hija (Isabel II) de tan solo 3 años como “reina propietaria” de España, en detrimento de su tío Carlos Mª Isidro. La primera de estas guerras termina en 1839 con la firma del “Convenio de Vergara”; la segunda es la conocida como la “Guerra de los Matiners” (1846-1849), un levantamiento popular catalán a consecuencia del matrimonio de la reina con Francisco de Asís de Borbón en lugar del pretendiente carlista, su otro primo, Carlos Luís de Borbón; la tercera y última se desarrollará desde 1872 hasta 1876.
Como es de suponer, para llevar a cabo tanta campaña bélica, fue necesario recaudar fondos y reclutar mozos, procedimientos que se conservan en los archivos históricos con la denominación de “impuestos o contribuciones extraordinarios de guerra” y “levas” (Quinas y Milicias). Cada pueblo debía contribuir con un cupo marcado por la Superioridad, tanto en dinero como en mozos y para alcanzarlos se realizan “repartimientos” que se calculaban en base al número de vecinos. En los Ayuntamientos, como último eslabón en la cadena de la Administración Pública, se recaudaba el dinero y se sorteaban los mozos. Son numerosos los expedientes de Quintas y Milicias que conservamos en el Archivo Histórico Municipal de Torrelodones. Por poner un ejemplo, en 1836, en el procedimiento de “Movilización de la Milicia Nacional Local” en el que constan los 20 “yndividuos que deben componer la Milicia Sedentaria cuyo servicio es reducido a lo que ocurra en este pueblo o cortas salidas a los inmediatos”… los 12 “yndividuos que deben movilizarse presentándose el 20 del que rige (mes en curso), en la cabeza de partido (Colmenar Viejo) y el 28 siguiente en Madrid prontos para marchar donde se les destine por el gobierno” y los 6 “yndividuos que se hallan dispensados de hacer el servicio en la milicia con sus personas, pero obligados a pagar la cantidad mensual que se les esige, entre cinco y cinquenta reales de vellón”. En el mismo documento se informa que los dispensados que quisieran entrar en las milicias voluntarias deberían dirigir un memorial al Ayuntamiento, cesando en ese momento la obligación del pago mensual. Y para los movilizados que quisieran redimir su presentación y servicio, podían hacerlo pagando por adelantado en la Depositaría de su cabeza de partido 150 reales de vellón los de Ynfanteria y 200 los de Caballería. (La Milicia Nacional, creada en 1812, aparece y desaparece según sea el gobierno, progresista o moderado, pudiendo ser llamados a filas los varones entre 30-50 años para servir durante 8 años).
En cuanto a documentos contables, en 1838 tiene lugar un nuevo “repartimiento” de 13.563 reales para satisfacer la contribución “extraordinaria de guerra”, que provocará las quejas por escrito de algunos vecinos que se consideran agraviados por la cantidad que se les ha adjudicado a pagar. Este es el caso de Juan Mingo, labrador y Pedro Sánchez, labrador y posadero. Llegamos a 1841 y parece que fue necesario hacer otro repartimiento para seguir pagando los gastos de guerra, en esta ocasión son 785 reales. En 1873, ya en la última Guerra Carlista y agotados otros recursos, la Administración tiene la ocurrencia de cobrar impuestos sobre “puertas, ventanas y balcones”. (Nos podemos imaginar a los vecinos afanándose en tapiar, salvo la entrada, cualquier hueco de su casa susceptible de ser objeto de impuesto.)
Un interesantísimo documento gráfico es la fotografía, con la que encabezamos este capítulo, de unos soldados de infantería de Línea en 1870 con su peculiar penda de cabeza, el “ros” de visera charolada y cogotera para verano, en lo que parece una tranquila parada para reponer fuerzas con la Torre al fondo.
En otro orden de cosas, en 1868, se abandona el sistema monetario tradicional, de modo que “monedas de cuenta” como los escudos y maravedís desaparecerán y reales y duros (20 reales) se ajustarán a la nueva moneda oficial, la peseta. En nuestro archivo podemos encontrar algún documento realmente interesante en el que se incluyen los valores en pesetas y en reales en esta etapa de transición monetaria.
También en 1880, por fin, se implanta el Sistema Métrico Decimal, después de años legislando contra las reticencias, protestas y quejas, especialmente de alcaldes. Ya en 1801 Godoy (el mismo año que es nombrado generalísimo de los ejércitos) decretó la unificación de pesos y medidas en todo el reino ante el caos que suponía la enorme diversidad entre regiones, incluso entre pueblos comarcanos, pero revoluciones, guerras e inestabilidad política lo impidieron durante gran parte del siglo.
El siglo XIX también presenció la gran “Desamortización” o venta de los bienes pertenecientes a las llamadas “manos muertas” (Iglesia, Corona, Nobleza, ayuntamientos e, incluso, instituciones de carácter social) que no podían venderse ni transmitirse y que, en la mayoría de los casos, ni siquiera pagaban tributos; de esta manera pasaron a manos burguesas inmensas extensiones de tierra. El objetivo era liberar las propiedades y crear una masa de propietarios que respaldaran el nuevo régimen pero, en realidad, en muchos casos estas ventas se realizaron con fines especulativos y de enriquecimiento rápido:
La Desamortización Eclesiástica tuvo sus antecedentes:
En cuanto a la Desamortización General:
En el AHN se conservan los Boletines de las Ventas de Bienes Nacionales de nuestro pueblo, como los correspondientes a las posturas y remates de La Berzosilla, El Hito, Trofa, las Eras Parvas, Enebrillo, Valdeurones, Cantos Negros, Cerro de las Colmenas, Fuente Bonete Arroyo de Trofas, Carboneros, La Solana, El Berrueco, El Gasco (1861-1868).
Y también, en el IGN, se pueden consultar las fichas catastrales de Torrelodones, tanto de los propietarios como de las propiedades, así como los planos históricos del siglo XIX que nos ilustran del solar del municipio. Junto a los apellidos con solera de la aristocracia local (Oñoro, Urosa, Mingo, etc.) van apareciendo los de los nuevos hacendados como Briones, Pardo, Muñoz Manzaneque…
Pascual Madoz, en su “Diccionario Geográfico-Estadístico de España” en 1849, aporta valiosos y curiosos datos sobre Torrelodones como: “… la combaten todos los vientos, el clima es algo frio padeciéndose por lo común pulmonías y dolores de costado. Tiene 40 casas, la del ayuntamiento, escuela de primeras letras común a ambos sexos…, una fuente de buenas aguas de las cuales se utilizan los vecinos para sus usos y una iglesia parroquial aneja de Galapagar, servida por un teniente. El cementerio está en parage que no ofende la salud pública… comprende en todo su círculo bastante monte de encina y varios prados con buenos pastos; le atraviesa el titulado río Guadarrama. El terreno es de mediana calidad. Los caminos dirigen a los pueblos limítrofes; el correo se recibe en la cabeza de partido. Produce trigo, cevada, centeno con algunas legumbres; mantiene ganado lanar y vacuno y cría caza de conejos y perdices. La población es de 36 vecinos, 174 almas”.
Por otro lado, la llegada del ferrocarril a Torrelodones en 1864, además del beneficio que supuso para la movilidad de los ciudadanos y las mercancías, convirtió nuestro pueblo en destino de domingueros, veraneantes, excursionistas y cazadores capitalinos, quedando patente por la información encontrada en la Biblioteca Nacional que Torrelodones se puso de moda entre los madrileños durante las tres últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX en parte, gracias a la promoción turístico-cultural que la empresa los “Caminos de Hierro del Norte” llevó a cabo en los pueblos en los que tenía apeadero. Desde simples itinerarios con horarios, precios y ofertas de viajes ida-vuelta para fines de semana, hasta breves guías con monumentos y personajes populares. Se destaca la tranquilidad, el entorno natural y su abundante caza (recordemos como ya en la Edad Media los cazaderos de Torrelodones eran muy estimados, según se cuenta en el “Libro de la Montería” de Alfonso XI del siglo XIV: El berrocal de la Torre de los Lodones es un buen monte de oso en invierno… También recordamos el lienzo de Cecilio Plá, Salida de los cazadores de la estación del Norte (ca.1900-Mº Historia de Madrid), que reúne cinegética, ferrocarril y excursionismo a nuestra Sierra.
Estas guías informaban, entre otros datos, que había que recorrer 3 km. a pie o en caballería hasta el pueblo, donde encontrarían posada; que desde 1886 a 1893 los habitantes aumentaron de 581 a 600; que teníamos un aserradero de mármol y que, junto a la estación, Frascuelo tenía su negocio llamado “Almacén General de Ultramarinos y Vinos, La Verdad” (muy criticado por sus compañeros de profesión por haberse “enterrado” en un pueblo como éste para hacerse tendero. Al torero le saludaban los pasajeros desde el tren con un ¡eh, negro!, por lo moreno que era y hasta la Infanta Isabel de Borbón, La “Chata”, le hacía subir a su vagón aprovechando la parada en el apeadero.
El tren también acercó la naturaleza a la Institución Libre de Enseñanza, proyecto pedagógico del regeneracionista Giner de los Ríos (del que se conservan fotografías en Torrelodones), quien elegiría nuestro pueblo para las primeras excursiones científicas de aquella “escuela al aire libre”.
Profesores como Aureliano Beruete, hipnotizado como Velázquez por la límpida atmósfera de la sierra de Guadarrama, vino con sus alumnos y nos dejó obras como “Atalaya de Torrelodones”(2) y “Paisaje de Torrelodones”(3).
Esta popularidad de Torrelodones también se reflejó en algunas obras literarias que lo mencionan, que están ambientadas en él o que sus personajes, gente común, intelectuales o artistas, buscan refugio en la naturaleza y su silencio para crear.
Es una lástima, pero la información que conserva el Archivo Histórico de RENFE sobre nuestro apeadero es realmente escasa: transporte de ganado bravo y un par de fotografías, ya del siglo XX, del edificio de pasajeros, retrete y lampistería.
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(1) Gentileza de Javier Romeu
(2) (https://plus.google.com/+Duran-subastas/posts/Dda4ELX6ZLq)
Del libro "Crónicas de Torrelodones y de la Comunidad de Madrid", de D. José de Vicente Muñoz.
El escudo de Torrelodones fué acordado en sesión de la Corporación Municipal el 31 de Octubre de 1.979, basándose en los informes y sugerencias de la Real Academia de la Historia. En el B.O. del Estado nº 33 de fecha 7 de Febrero de 1.980, se publicaba un Real Decreto por el que, a propuesta del ministro de Administración Territorial, y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del 14-XII-1.979, se autorizaba al Ayuntamiento de Torrelodones para adaptar su ESCUDO HERÁLDICO MUNICIPAL, por tanto, con este Real Decreto quedaba fijado, legitimado y adaptado el escudo oficial para nuestro pueblo.
El escudo de Torrelodones en su parte superior tiene la corona real cerrada. En el figura, seguidamente, la "torre-vigía" que da nombre a esta villa. Debió ser construida por los moros sobre el año 865, que era la época que se reforzaron su sistema defensivo y de vigilancia a esta parte de la Cordillera Carpetana. Otro elemento de nuestro escudo es el lodón, también llamado almez, en la parte inferior, siendo el otro componente del nombre de nuestro pueblo. La banda de oro engolada en dragantes es el blasón de la Casa del Infantado, de la que dependió Torrelodones desde el año 1.383, en que el rey Juan I libró un privilegio en la Puela de Montalván, en que concede para siempre jamás a don Pedro González de Mendoza todos los lugares y Aldeas del Real de Manzanares hasta el año 1844. Sin embargo, el privilegio de VILLAZGO se nos concedió el año 1.728, es decir, unos años antes de desligarnos del Infantado.
Identidad corporativa del Ayuntamiento de Torrelodones
Edificio protegido en el Catálogo de Bienes Inmuebles con grado Estructural.
Constituye uno de los más importantes ejemplos de vivienda unifamiliar de la segunda mitad del siglo XX, por su original factura general, su estructura innovadora y su magnífica inserción orgánica en el paisaje.
La casa se emplaza encima de una pequeña loma, a una cota algo más baja que la del camino de acceso, desde el cual solo se pueden ver las cubiertas, preservando así la intimidad y quedando además protegida de los vientos del norte.
El esquema organizativo de la casa original consistía en dos bloques separados, perfectamente definidos en sí mismos, el íntimo y el de vida común, dispuestos en L y articulados por el vestíbulo. La zona de estudios de pintura, orientados al norte, se separa de la vivienda aunque se articula con ella mediante el garaje abierto y la terraza que se une a la inmensa plataforma que, como terraza volada, rodea la casa.
Este esquema ejerció una decisiva influencia en la disposición de otras casas posteriores del propio arquitecto y, en multitud de viviendas de otros muchos arquitectos.
Autor: Fernando Higueras y Antonio Miró.
Ubicación: C/ Jardines, 13 (Urbanización Los Peñascales).
Revistas Arquitectura. Nº 309 (1997).
AV Monografías. Nº 60 (1996).
Patrimonio Cultural Comunidad de Madrid.
La Historia de Torrelodones comenzó a difundirse en 1927 con la obra de Don Carlos Picabea Topografía Médica del Término Municipal de Torrelodones, interesantísima obra de nuestro antiguo médico e Inspector médico en la que trata con erudición la Historia, Orografía, Hidrología. Fauna y Flora, Climatología, Agricultura, Comercio, Industria, Instrucción, Comunicaciones, Habitaciones, Urbanismo, Abastecimiento de agua, Demografía y Patología local de Torrelodones. Después vendrían los numerosos estudios de Don José de Vicente Muñoz, maestro e investigador excepcional que trató de plasmar en sus obras cualquier aspecto de nuestra Historia Local. En la actualidad, la visión histórica de nuestro pueblo se está ampliando considerablemente con nuevas y numerosas investigaciones que están sacando a la luz antiguos documentos conservados en nuestro Archivo Municipal, otros archivos históricos, bibliotecas históricas y centros de documentación que, periódicamente, se ponen en valor en exposiciones documentales, conferencias, la Revista Municipal de Torrelodones y la web del Archivo Histórico Municipal.
Iglesia Asunción de Nuestra Señora en 1920
Estamos ya en el siglo XVII y Torrelodones se hace aún más visible porque es “muy pasajero” y veremos en el Ducado del Infantado del Infantado (6º, 7º, 8º, 9º y 10º) y el Condado del Real de Manzanares (7º, 8º, 9º, 10º y 11º) a los siguientes personajes, cabezas visibles de nuestra Administración inmediatamente superior:
Y los monarcas coetáneos:
Acaba de comenzar el siglo (1602) y aún no se han acabado las obras de la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, a pesar de que hayan pasado más de cuatro décadas desde que el Vaticano nos concediera el preceptivo permiso en 1563. El motivo, el de casi siempre, la falta de dinero. Esta situación provocará la preocupación de los fieles y autoridades ante la posibilidad de que pudiera malograrse lo ya construido, estando como estaba a la intemperie durante tanto tiempo… porque la madera que está conprada no se pierda… y, también como casi siempre, la única manera de obtener los 500 ducados que se necesitan para la compra de nuevos materiales y la contratación de los obreros que continúen los trabajos de construcción, es pedir permiso al Duque para hacer una sisa sobre los bastimentos, es decir, rebajar las medidas o subir los precios de los artículos cotidianos de primera necesidad:
1602. Galapagar, Torrelodones. Liçençia para echar sisa en el cabrito, carne, toçino y pescado hasta sacar quinientos ducados para la obra de la iglesia. El Real, Galapagar:
Antonio de Zamora, cura propio desta villa [Galapagar] y de su anejo, Latorredelodones le e significado el mal reparo que tiene la iglesia del dicho lugar… la necesidad que se repare y edifique la yglesia dese lugar…
Pero cinco años más tarde aún no se han acabado las obras, ya solo falta el testero della Torre y de cubrir de madera y texa. Nuevamente, se necesita más dinero y habrá que volver a solicitar permiso al Duque para sisar otros 500 ducados, ante la imposibilidad del Ayuntamiento y parroquianos de conseguir el dinero de cualquier otra manera:
1607… para echar sisa para acabar la iglesia:
… la yglesia parrochial del dicho lugar de Torre Lodones, la qual está començada a haçer de cantería y solo falta el testero della torre y de cubrir de madera y texa y otros materiales la qual dicha madera sabe está conprada… declara que la yglesia del dicho lugar no tiene rrenta ninguna más que tan solamente lo que se allega de limosna que es muy poca, ni el Conçexo del dicho lugar no tiene propios ni rrentas…
Por otra parte, respecto a la fecha que hoy podemos ver en su espadaña, 1640, creemos que se corresponde con el año de la finalización de estas obras.
Llegamos a 1629 cuando la Duquesa, Doña Ana de Mendoza, solicita al rey que se “saque” a nuestro pueblo del rastro real o del de Madrid, que suelen confundirse, es decir, que se la exima de las cargas que suponen estar dentro del mal llamado “privilegio de las 5 leguas”. En realidad Torrelodones estaba a 4, 5 ó 6… leguas de Madrid, según la época y si éstas se contaban como comunes, legales, de postas, por lo que más que una medida, era un concepto jurisdiccional y/o contributivo, como más convenga...:
... la duquesa del Infanado dize que tiene en su Casa y Mayorazgo el lugar de Latorredelodones, sito seis leguas y media de la villa de Madrid y atento a las molestias que padeze al estar dentro de las cinco leguas, suplica a su magestad se le saque fuera dellas y servirá a su magestad con cinco mil reales...
Con ello la administración real, de nuevo, obtiene ingresos para sus arcas y la ducal recupera algo de la jurisdicción de su villa, aunque en la práctica, estando tan cerca del Escorial y en un camino tan transitado con Madrid, no dejaríamos de estar en el rastro real y del de Madrid. La atención de las tropas de paso, así como la intromisión en asuntos judiciales por parte de los alcaldes de Corte, seguirán siendo frecuentes.
Como sabemos, desde que llegaran los Austrias a la Corona Española a principios del siglo XVI, España sufre un permanente estado de guerra, lo que supone que las arcas reales estén crónicamente exhaustas. El oro americano no es suficiente y el lucrativo negocio institucional de ventas de oficios, villas, etc. es una buena ayuda. Sirva de ejemplo la "compra" de nuestro villazgo por el que tuvimos que pagar 300 ducados, además del impuesto llamado "media annata" que ascendió a 2.812 maravedís.
Así, el 28 de abril de 1658, el rey Felipe IV daba carta de merced y privilegio de villazgo al lugar de Torrelodones, ante la solicitud de Don Rodrigo de Mendoza, Sandoval y Silva, de la Vega y Luna, duque consorte. Ya conocemos la condición de las mujeres en aquella época que impediría a Doña Catalina de Mendoza y Sandoval firmar un documento de tamaña importancia, a pesar de ser la titular del ducado:
Don Phelipe, por la gracia de Dios, rey de Castilla… por quanto vos, Don Rodrigo de Mendoza, Sandoval y Silva, de la Vega y Luna… me avéis hecho relación que en el Condado Real de Manzanares tenéis algunos lugares, aldeas de la villa de Manzanares y de otras villas que están a dos y tres leguas apartados de ellas, y por sierras donde continuamente los ybiernos se cubren de nieves, no pueden yr a pedir justicia a la villa de cuia jurisdición son, por ser preciso lo agan en primera ynstancia y quando se desazen las nieves crecen las aguas en los arroyos y barrancos de manera que muchas veces les ympide el paso a los vezinos de los dichos lugares con que padecen falta de justicia… suplicándome que porque deseáis aliviar de este travaxo e yncommodidades al dicho lugar de Torrelodones, sea servido de eximirle de la cabeza del partido y de darle título de villa, distinta, con jurisdición y término... he tenido por vien y por la presente de mi propio motu, cierta ciencia y poderío real absoluto de que en esta parte quiero usar y uso como rey y señor natural no rreconociente superior en lo temporal, saco, libro y eximo el dicho lugar de Torrelodones de la jurisdición de alcalde maior de Manzanares y de el de la dicha villa de Galapagar…”
Con la separación jurisdiccional se otorgaba el término municipal propio; la facultad de proponer al duque personas duplicadas para la elección alcaldes ordinarios y de la Hermandad, regidores y procurador general, para que agan cuerpo de ayuntamiento para el govierno de el dicho lugar y sus propios, con condición que en cada un año por fin de él, aga nombramiento...; las insignias de jurisdicción y entre ellas los grillos, de los que tenemos una valiosa imagen en uno de los brazos de la cruz del grabado de Baldi. El escribano y el alguacil los proveía el duque, aunque pagados por el Concejo.
Poco más tarde, en 1667, tiene lugar una revisión de cuentas por parte de la Cancillería ducal y, por esta documentación nos enteramos que el primer Archivo del Ayuntamiento estuvo ubicado en la Iglesia, como era tradicional en la mayoría de pueblos por ser el lugar más respetado y seguro, en concreto, en un nicho que aún hoy conserva restos del anclaje de la portezuela que lo cerraba y que debió hacerse al tiempo que se construía el templo.
En la mencionada inspección se manda al Secretario traer los "papeles" de su Archivo pero no se encuentran allí y, además, el estado del depósito es realmente lamentable...:
...el archivo desta villa, questá en la Yglesia della, en un nicho de la pared, con una puertecilla que tiene un candado pequeño y poco seguro y no ubo inventario, ni libro de raçón, ni menos entrego de unos ofiçiales, pasaron tres. Por cuya caussa su merçed mandó se les aga cargo dello.
En vista de este desgobierno de papeles, se ordena que se refuerce la seguridad del Archivo y que se metan en él todos los documentos del Ayuntamiento:
... que dentro de tres meses agan açer tres llaves para el archibo de papeles que están en la iglesia desta dicha billa y en él entren todos los pribilejios y los demás que tuvieren, haciendo dilixençias para que se rrecobren de quien los tiene; haciendo ynbentario de ellos, y se entreguen a los que les suçedieren con rreçivo…
Por estas fechas (1667-1668) también tiene lugar el viaje a España y Portugal de Cosme III de Médicis. Este noble florentino, como era habitual, se hizo acompañar de un buen dibujante, Pier María Baldi, que dejó un maravilloso álbum con estampas de todos los lugares, Torrelodones entre ellos, por los que pasaban. El comentario descriptivo que acompaña a la ilustración dice: "Torre de los Oydores": “… en la jornada de ida se detuvieron a comer en una aldehuela denominada Torre de los Oidores, probablemente cerca de Torrelodones, lugar miserable situado al pie de unas colinas rocosas”.
Además del caserío a uno y otro lado de la única calle, apenas aparecen un par de soldados llegando a la villa y no se distingue en el caserío indicio alguno de los mesones y tabernas. Muy probablemente Baldi tomó unos apuntes en esa única jornada que paró por aquí y terminó su obra posteriormente, quizá por eso la torre aparece tan “achatada” y se haya olvidado de detalles tan curiosos como el señalamiento de este tipo de establecimientos con carteles o banderines anunciando el servicio que se ofrecían, como una ramita de sarmiento cuando había vino nuevo o un lienzo cuando había camas, etc.
Y también de 1668 son los documentos del AHN que nos hablan de una de las Capellanías (fundaciones perpetuas para la manutención de algún clérigo local mediante los beneficios que generan algunas propiedades), sus cuentas y censos (especie de hipotecas) que hubo en Torrelodones. En concreto de la de "María Martín", con 411 reales de vellón de principal y 20 reales con 22 maravedís de réditos anuales sobre un mesón-posada:
... sepan quantos esta pública scriptura de reconozimiento de zenso al redimir y quitar vieren como yo, Pablo de Alonso, vezino de la villa de la Torre de Lodones... hazemos reconozimiento de çensso... sobre una cassa de morada de mesón que está en la calle Real...
Durante este siglo XVII, seguimos encontrándonos con expedientes de encabezamientos de alcabalas y cartas de poder para diversos negocios administrativos, como esta de 1601 en la que el alcalde, regidores y vecinos asistentes al Concejo …Alonso Lozano, Alcalde, Diego Lázaro, Regidor, Juan Carrasco el Biejo, apoderado y los asistentes Alonso de Caza, Miguel Martínez, León García, , Tomé Cordero, Francisco Muñoz, Juan Gonzalez, Pedro Muñoz, Tomás de Vinatea, Francisco Ballestero, Mateo González,… otorgan poder para representarles a Pedro Muñoz y León García, Francisco Muñoz, Juan González Y Zebrián Cano… por lo que en virtud de este poder se hiçiere so obligación que para ello haçemos de nuestras personas y bienes de los propios y rrentas de este dicho conçejo… por la presente carta de poder otorgamos todo nuestro poder cumplido libre y llenero…
En cuanto a los documentos de hacienda, traemos algunos ejemplos:
En 1603 un documento sobre el pago de una multa administrativa por haber roto las cercas en propiedades linderas de otros municipios, se solicita al duque sacar el dinero necesario del pósito (institución para el crédito agrícola)… tomar prestados del pósito del dicho lugar hasta en cantidad de quatenta y quatro mil maravedís para con ellos pagar las condenaçiones… pareze que el dicho lugar y vezinos dél an tenido algunos pleitos sobre decir avían ronpido en lo público y común y çerca de çiertas heras y hecho algunos ensanches… por no tener propios ningunos con que poder seguir los dichos procesos y pagar las dichas condenaçiones…
En el encabezamiento de las alcabalas de 1620 leemos que los vecinos Miguel Martín y Francisco Delvira… tomaban y tomaron en nombre del Duque, las alcabalas, cuerpos y vientos… preçio y quantía de cada uno de los quatro años de doçientos y setenta mil mrs… más veinte y quatro gallinas buenas y bibas y gordas… más treinta carretadas de leña buenas de encina o roble…
Y en 1657 baja el encabezamiento, quizá como ayuda ante nuestra próxima segregación jurisdiccional. En la carta de obligación figuran los siguiente vecinos, ya en nuestras primeras “Casas de Ayuntamiento”: … estando juntos y congregados en las casas de nuestro ayuntamiento, llamados a son de campana tañida como lo tenemos de uso y costumbre de nos juntar para tratar y conferir las cosas tocantes al bien y pro común deste dicho lugar… Sebastián Mingo alcalde, Francisco Urosa regidor, Alonso de Urosa, Manuel Montero, Andrés Martín, Bartolomé Mingo, Pedro Lázaro, Pedro Sanz, Lorenzo Loçano, Françisco de Segovia, Vitorino Rodríguez, Martín Vicente, Juan López y Pedro Rodríguez.
Desde el Ayuntamiento de Torrelodones hemos elaborado dos nuevas y actualizadas guías, la “Guía de Servicios Municipales” y la “Guía Comercial. La guía de los valientes por Torrelodones.
La primera tiene el objetivo de objetivo de orientar a nuestros vecinos de una forma clara y concisa sobre cómo solicitar información y servicios, así como para poder realizar los trámites municipales.
Esta Guía tiene la finalidad de informar acerca de los servicios que prestan las distintas áreas municipales; sobre los servicios administrativos, educativos, culturales, deportivos, sanitarios y juveniles, así como de las asociaciones que se van arraigando entre nosotros. Todos ellos estimulan una participación activa en nuestro municipio.
Expresar el esfuerzo del Ayuntamiento por la mejora de los servicios municipales, por establecer un nivel adecuado de calidad y por posibilitar que los vecinos opinen sobre su funcionamiento, a todos ellos quiero agradecer su buen hacer constante y permanente, siempre con ánimo de mejorar la convivencia en nuestro pueblo.
La segunda, “Guía Comercial. La guía de los valientes por Torrelodones”, parte del principio de que, si para un Municipio el apoyo a su tejido empresarial, a su comercio local o a sus hosteleros es algo imprescindible, este año se vuelve más necesario.
El tejido empresarial de Torrelodones es valiente, y no es solo un juego de palabras. Lo es porque ha encarado esta difícil coyuntura y lo es, también por cómo afronta los retos del futuro: restos como la digitalización o la especialización que no son en absoluto incompatibles con la cercanía y la confianza que son dos de sus más visibles señas de identidad.
Todos los vecinos tenemos que apoyar a nuestro tejido empresarial. De todos es sabida la importancia del comercio y de los servicios de cercanía: esos a los que conocemos, en los que confiamos, que tenemos ahí al lado.
En la certeza de que ambas guías facilitarán que cualquier vecino sepa a qué departamento acudir, disponiendo de todas las opciones de contacto disponibles; teléfonos, direcciones y correos electrónicos, me despido,
Un muy cordial saludo,
Alfredo García-Plata
Fue aprobada por la Comunidad de Madrid el 13 de Febrero de 1992 a propuesta del Pleno del Ayuntamiento de Torrelodones para adopción de su Bandera Municipal, según diseño de Julián Nieto Martín. “Bandera rectangular, de proporciones 2:3 dividida diagonalmente en dos partes iguales desde la parte baja de la vaina a la alta del vuelo, de color azul la superior y amarilla la inferior; en el centro el Escudo de Armas timbrado aprobado oficialmente”.
El diseño de la Bandera aúna en su superficie colores dominantes del Escudo municipal: el azur (azul) y el oro (amarillo), con motivos concretos como el blasón municipal, indicando a quien representa ésta Bandera. El color azul, es el más representado en el escudo municipal y el color amarillo es una evocación de la pertenencia de Torrelodones al histórico Reino de Castilla.
Los colores, heráldicamente significan unas virtudes y cualidades humanas dignas de representar al municipio de Torrelodones: Amor, Alegría, Justicia, Nobleza, Verdad… La Bandera de Torrelodones, es fácilmente reconocible y diferenciable de las demás, en la que los ciudadanos de éste municipio se sienten plenamente identificados y representados.
Comienza el siglo XVI y, según consta en el Archivo de Villa de Madrid, aún siguen los conflictos entre Madrid y los territorios del Real de Manzanares, aunque ya solamente por el uso de sus montes (leña, carboneo, caza) provocando pleitos, acuerdos y sentencias, en los que figurará Torrelodones en la dirección del encabezamiento, como uno más entre el resto los pueblos del Condado del Real.
Durante este siglo serán los Duques del Infantado 3º, 4º y 5º y Condes del Real 4º, 5º y 6º:
Y los monarcas que coincidirán con ellos:
Es el siglo también en el que nuestro pueblo se hace realmente visible, más allá de su referencia en documentos de carácter general y en el “Libro de la Montería” de Alfonso XI. Comenzaremos a tener cifras de población: en 1523, del “Censo de Pecheros” de Carlos I extraemos que, en ese momento, son 13 los vecinos o “fuegos” de Torrelodones, entendiéndose como vecino la unidad fiscal, ya que este tipo de censos se hacían para llevar a cabo los repartimientos de las cargas tributarias, por lo tanto, el número de habitantes moradores o “almas” sería superior. No habiéndose conservado la memoria de nuestro pueblo, correspondiente a las “Relaciones Topográficas” que Felipe II mandó realizar entre 1575 y 1578, tendremos que esperar a 1591 cuando este monarca ordena otro censo, el conocido como “Donativo de Millones” para el ejercicio de 1594, que nos aporta nuevos datos, ya eran 44 los vecinos del pueblo.
Y también en este siglo, aparecemos por primera vez en un “Repertorio de Caminos”, el de Alonso de Meneses de 1576. En concreto en el fragmento correspondiente al Camino de Valladolid a Madrid, en el que Torrelodones figura entre Guadarrama y Aravaca.
En cuanto a noticias documentales, las más reseñables son las siguientes:
En 1523, al poco de comenzar el siglo, Galapagar, nuestra cabecera jurisdiccional, alcanza la categoría de Villazgo, pero muy pocas semanas antes de ésto, como si de un trueque de fichas en el Señorío de los Mendoza se tratara, a petición del Duque del Infantado ante el Rey, se desgaja de su Mayorazgo:
- El 2 de noviembre de este año tuvo lugar la “Saca” del aún “lugar” de Galapagar y sus anejos (entre los que se encontraba Torrelodones) del Mayorazgo de la Casa Mendoza, la rama familiar llamada del “Ave María” o de “Guadalajara”:
Don Carlos, por la divina Clemencia Emperador Semper Augusto rey de Alemania, Doña Juana su madre y el mismo Don Carlos, por la gracias de Dios rey de castilla… por la presente… os damos lizenzia e facultad para que podáis sacar y saquéis del dicho vuestro Mayorazgo el dicho lugar de Galapagar con sus anexos… que de ello verná utilidad y provecho al dicho vuestro maiorazgo y se podría hazer sin perjuicio de nuestra Corona y Patrimonio Real…
- Y el 24 de diciembre del mismo año, se le concede el privilegio de Villazgo a Galapagar (conjuntamente con Porquerizas, hoy Miraflores de la Sierra, y Guadalix).
Don Carlos… por quanto nos somos informados que el lugar de Galapagar y ciertos lugares a él anexos… son lugares gruesos y por donde pasan continuamente muchas jentes de camino y están lejos de la dicha villa de Manzanares para venir a sus pleitos y demandas y otras cosas de cuia causa los vecinos y moradores de ellos resçiven mucho trabaxo y fatiga en venir a la dicha villa e nos queriendo proveer remedio sobre ello… por esta carta, eximo y apartamos el dicho lugar de Galapagar y lugares a él anexos…, los hazemos villa por sí y en sí…
Ya sabemos que en las últimas décadas de este siglo XVI, a partir de establecerse Felipe II y su Corte en Madrid y decidir construir el Monasterio de El Escorial, serán legión los diplomáticos, nobles, soldados, "conseguidores" o simples viajeros quienes convirtieron la única calle de Torrelodones con sus mesones, figones y tabernas, en una bulliciosa "área de descanso y abastecimiento" para ellos y sus caballerías.
Los beneficios comerciales van a aumentar considerablemente, y provocarán que menudeen los encabezamientos (“cartas de obligación” para el pago de los impuestos) de las alcabalas (impuesto que gravaba las compra-ventas).
Se trata de documentos que han de firmar los apoderados por el Concejo para viajar hasta la Cancillería Ducal (Guadalajara) y, ante sus contadores, consientan las nuevas cargas impositivas. De entre los Poderes sacamos nombres de vecinos que figuran como alcaldes, regidores o simples vecinos: Andrés Montero, Francisco de Vinarea Francisco Delvira, Andrés Montero, León Garçía y Francisco de Baños.
Y en cuanto a las cantidades ajustadas, ponemos algunos ejemplos para ver la progresión ascendente de la recaudación:
Además, habíamos solicitado vender “vino de lo caro”, dado que la dicha Torre es muy pasajera para la ciudad de Salamanca, Valladolid y otras partes en la qual es necessario tener vino regalado para los caballeros y hombres prinçipales pasajeros.
Parece que, ante tantas ganancias de los establecimientos de hospedaje y restauración en Torrelodones, Galapagar, quiso controlar las posturas (contratación en pública subasta) de la cebada, paja y otros bastimentos para su venta en los mesones, tratando que se llevaran a cabo en esa villa, en lugar de en nuestro pueblo como era tradicional desde tiempo inmemorial.
Y ya que hablamos de mesones, es obligado mencionar al principal entre ellos en la segunda mitad de este siglo, cuyo propietario, Francisco de Baños, cedió a Felipe II un corral y una casilla para que el monarca se construyera en 1589, su propia posada ante la descomodidad que ay de posadas en la Torre de Lodones, donde solemos hazer noche quando vamos a ese monasterio (El Escorial)… conforme a la traça que se os enviará firmada de Joan de Herrera, nuestro criado…
Tres años más tarde, en 1592, el rey cede a Francisco de Baños estos aposentos, a condición de que los tenga siempre arreglados y limpios para cuando él, sus sucesores y demás personas reales pudieran necesitarlos. En estos aposentos Felipe II, haciendo honor a su fama de “rey burócrata”, despacharía muchos documentos en los que, por formalidad administrativa, Torrelodones figuraba en su data.
Tanta gente pasajera y tantas caballerías que atender y, a 1590, aún no contábamos con una fuente digna de agua salubre. Será en 1591 cuando se lleve a cabo su construcción, nuestra Fuente del Caño, obra en la que intervienen los maestros canteros: Juan de Bargas, Gaspar Rodríguez y Juan de Burgabaldelastras.