La atalaya es sin duda el elemento más antiguo y simbólico del patrimonio histórico de Torrelodones, figura en el escudo municipal, se ve desde casi todo el término y es conocida por miles de viajeros que pasan bajo ella cada día por la A-6. Sin embargo esa característica silueta a la que estamos acostumbrados se debe a una restauración moderna que no dejó constancia de cómo era antes. Unas fotografías antiguas halladas recientemente muestran el aspecto de ruina romántica que tenía la torre hace casi un siglo.
Se trata de una fotografía (abajo) sobre papel y un negativo de celuloide que datan del año 1925. Muestran la fachada occidental, que no aparece en las fotografían antiguas conocidas hasta la fecha. Ambas imágenes pertenecieron a un socio del Club Alpino Español ya fallecido y actualmente se encuentran en la colección privada de Javier Pastor, que tiene la intención de donarlas al archivo de Torrelodones tras usarlas en la investigación que está realizando la Asociación Española de Amigos de los Castillos en colaboración con el Ayuntamiento.
Sorprendentemente, pese a ser Torrelodones la más visible y accesible de las atalayas de Madrid no se han realizado estudios en profundidad, de forma que para su conocimiento debemos compararla con las otras. Las atalayas de la sierra de Madrid forman un conjunto con características comunes; son huecas y de forma circular, de más de 10 m. de altura, construidas con mampostería concertada, presentan zarpa de cimentación… Dentro de este conjunto se pueden apreciar dos grupos: las de la zona norte (Arrebatacapas, El Berrueco, El Vellón, Venturada) y las de la Sierra de Hoyo de Manzanares (Torrelodones y La Torrecilla). Habría que añadir otras desaparecidas (Torrelaguna y El Molar) y las de Torritón, Peña Muñana, Plaza de Oriente de Madrid y Manzanares el Real, con rasgos diferentes. También hay agrupaciones de torres circulares semejantes en torno a Gormaz-Osma (Soria) y Talavera de la Reina (Toledo). Ello nos lleva a buscar un origen y función similar para todas.
Gracias a las investigaciones realizadas en algunas podemos concretar su construcción por autoridades locales del Califato de Córdoba, al que pertenecían estas tierras, en torno al siglo X. La fecha está avalada por carbono 14 en Arrebatacapas y cerámica califal en otras, según Caballero y Lozano.
En el s. IX los cristianos del norte realizaban incursiones al sur de la sierra de Guadarrama. Para combatirlos, el emir Muhammad I fundó una serie de ciudades amuralladas que les cerrasen el paso (Alcalá, Talamanca, Madrid, Calatalifa, Olmos, Canales y Zorita). Este proceso se intensificó un siglo más tarde con Abderramán III, que emprendió la organización administrativa y política de la frontera, colonizando las tierras económicamente más productivas. Dentro de este proceso es en el que se integra la construcción de las atalayas, con una doble función de defensa (alerta ante incursiones cristianas) y organización territorial (labores policiales y fiscales de los pasos en las que se asientan). Las torres eran además el símbolo del poder del califato y cumplían las funciones estatales de articular políticamente el territorio situado a su alrededor.
Como queda dicho, en Torrelodones no se han realizado investigaciones que demuestren ese origen islámico, pero lo podemos suponer. Tampoco en la cercana de La Torrecilla, situada en el interior del campo militar de maniobras de El Palancar (Hoyo de Manzanares) que forma grupo con la nuestra. Ambas presentan dimensiones semejantes, además de detalles constructivos característicos, como la zarpa de cimentación o el cuerpo rectangular adosado. Este último elemento proporciona a nuestra torre su inconfundible silueta de castillejo y además de en su hermana de La Torrecilla, lo vemos en algún ejemplar soriano. Una de las metas del estudio recientemente emprendido es demostrar el origen califal de ambas pues los datos obtenidos para una apoyan y complementan a la otra.
Nuestra pareja aparece también junta en los primeros datos que conocemos por fuentes escritas. Fernando Sáez, en un artículo sobre las atalayas de Madrid, publica un documento de 1275 que menciona la Torrecilla de Navahuerta y el Castillejo, identifi cándolas con las atalayas de El Palancar y Torrelodones respectivamente. Con el aumento de importancia de Madrid durante el siglo XIV, la ruta del puerto de Guadarrama (actual A-6) se potenció en detrimento de Somosierra. Sáez menciona otro documento de ese siglo sobre la torre de Torrelodones, bajo la cual había una venta. Su situación a medio camino entre Madrid y los puertos de la sierra hicieron que en el s. XVI fuesen varios los mesones y ventas que conformaron una villa que tomó el nombre de su torre. La construcción del monasterio de El Escorial y los descansos que hacía Felipe II cuando se desplazaba a él terminarían de consolidarla. Pero esta es otra historia.
Nuestra atalaya debía llevar por entonces siglos abandonada al haber perdido su función y seguramnete habría comenzado su ruina. En 1668 Cosme de Medicis, de paso hacia el Escorial paró en Torrelodones, una aldehuela miserable situada al pie de unas colinas rocosas, según escribió. Con él llevaba al pintor Pier María Baldi, que dibujó nuestra torre sobre el pueblo, que no era más que una calle y que identifi có como Torre de los Oydores. Si no fuese por cierto achatamiento, su aspecto sería el actual, con sus almenas piramidales y matacanes. Sin duda fue este dibujo el que se usó en la restauración para reconstruir esos elementos, pues en las fotos recientemente halladas de la década de 1920 no aparecen. En ellas vemos la torre desmochada, sin matacanes ni almenas. No sabemos si la torre conservaba alguno de esos elementos o si Baldi la idealizó en su dibujo. Esa es otra de las cuestiones a investigar.
Hacia 1930, tras un derrumbe, la torre fue reconstruida con en el aspecto actual, añadiéndole las ventanas, una escalera y una chimenea en el interior. La última obra fue en 1979, para tapar un hueco que había producido una bomba colocada el 3 de marzo, fecha de las primeras elecciones generales de la Transición.
Para aclarar estos puntos hemos comenzado un estudio detallado desde la Asociación Española de Amigos de los Castillos en colaboración con el Ayuntamiento (propietario de la torre). Con el trabajo se pretende identifi car las distintas fases constructivas que presenta la torre, desde su origen islámico hasta los añadidos de la restauración del s. XX. Para ello se aplicará el método de la arqueología de la construcción, consistente en cartografiar, fotografi ar y examinar minuciosamente las características del edificio para determinar su evolución.
Animamos a cualquiera que tenga fotografías históricas de la torre a colaborar con nosotros y agradeceremos que nos las haga llegar a través del Ayuntamiento o la Asociación.